sábado, 19 de diciembre de 2009

Artículo revista "Parròquia de tots" Nº 44





Consideraciones en torno a la Caridad
La limosna de la viuda en el templo (Mc.12, 41-44)
D. Ángel Durá
Sacerdote


Si nos paramos a pensar con detenimiento y con intención y deseo de ser sinceros podemos afirmar que nuestra sociedad está enferma. Y la enfermedad que tiene la define muy bien José Antoni Pagola con el nombre de “Neurosis de posesión”
Analizando la actualidad observamos las crisis, los problemas, los desordenes, la corrupción… todo ello nos lleva a pensar que el ideal de hoy es:
Tener dinero.
Tener prestigio.
Tener poder.
Tener autoridad….
El que posee todo esto sale adelante y triunfa en la vida y el que no logra esto, queda descalificado.
Y eso ya desde el principio. A los niños los educamos para que el día de mañana tangan buena posición, buenos ingresos, buen nombre, seguridad… y así, casi sin darnos cuenta, preparamos a las nuevas generaciones para la competencia y la rivalidad.
Por eso se dice que este modelo social actual empobrece a las personas.
Muchas veces a los niños no los atendemos como toca y para aquietar nuestras conciencias les damos muchas cosas, pero olvidamos lo que más necesitan: afecto, ternura, amistad, atención...
Y a veces sustituimos la comunicación humana, que es tan importante por la posesión de cosas.
Y así, llega incluso, la realidad que los hombres se acostumbran a valorarse a sí mismos por lo que poseen o por lo que son capaces de llegar a poseer. Y, de esta manera, corren el riesgo de irse incapacitando para el amor, la ternura, el servicio generoso, la ayuda amistosa; el sentido gratuito de la vida.
Esta sociedad no ayuda a crecer en amistad, solidaridad y preocupación por los derechos del otro.
Por eso, cobra especial relieve en nuestros día la invitación del evangelio a valorar al hombre desde su capacidad de servicio y solidaridad.
La grandeza de un vida se mide en último término no por los conocimientos que uno posee, ni por los bines que ha conseguido acumular, ni por el éxito social que ha podido alcanzar. “El éxito de una vida se mide por la capacidad de servir y de ayudar a los demás”
Cuántas gentes humildes, como la viuda del evangelio aportan más a la humanización de nuestra sociedad con su vida sencilla de solidaridad y ayuda generosa a los necesitados, que tantos protagonistas de nuestra vida social, económica y política, hábiles defensores de sus intereses, su protagonismo y su posición.
“Sed compasivos dice el señor” y hoy muchos piensan que la compasión es una actitud desfasada en esta sociedad que ha de organizarse sus propios servicios para atender a las diversas necesidades.
Lo progresista no es vivir preocupado por los más necesitados y desfavorecidos de la sociedad, sino exigir con fuerza que la administración los atienda.
Entre nosotros mismos se dice: Hoy pedimos para esta necesidad, para esta otra… y la respuesta es: de eso se tenía que hacer cargo la administración, el gobierno…
Nos engañamos al no ver la realidad; pero nos engañamos para justificar nuestra falta de caridad.
Porque sabemos de sobre que la administración no llega a atender a todos los que se hunden en la marginación y l
La viuda ha dado lo que tenía para vivir los demás han dado lo que les sobra, o peor todavía se han burlado de los pobres. Sabemos lo que cuestan las cosas. Si se nos pide ayuda hemos de calcular que se podrá hacer con nuestro donativo.
Y el Señor va más allá.
Sabemos dar de los que nos sobra, pero a veces no sabemos estar cerca de aquellos, que tal vez necesitan nuestra compañía.
¿Somos capaces de dar nuestro tiempo?
¿Somos capaces de acompañar a los enfermos?
¿Somos capaces de comprender y animar a las personas que tienen algún enfermo en casa?
¿Sabemos perdonar y olvidar, o somos orgullosos y nos resistimos a olvidar?
Las palabras de Jesús nos obligan preguntarnos si vivimos
solo dando lo que nos sobra o sabemos dar también algo de nuestra propia vida.
Y algo muy importante, desterrar de nosotros la envidia. Resulta vergonzosa e incomprensible pero está muy extendida en nuestra sociedad. El psiquiatra E. Rojas dice que todos en nuestra vida tenemos momentos de envidia.
En los niños aflora porque no han aprendido a disimularla; los adultos la enmascaramos. Pero el envidioso nunca será feliz porque nunca estará contento con lo que tiene.
El que mira con envida a los demás, no disfruta de lo suyo; por mucho que posea.
El Evangelista Marcos nos muestra la diferente reacción de Jesús ante los fariseos que solo viven para aparentar, para aprovecharse de los débiles, y ante una pobre viuda que sabe desprenderse incluso de lo poco que tiene para ayudar a los más necesitados.
El Señor, con este pasaje evangélico, nos invita hoy a que disfrutemos de lo que tenemos. A que sepamos compartir y a vivir como cristianos.
Deseo para todos:
unas Felices fiestas navideñas
en el amor del Niño Dios
a pobreza.
Mientras sólo nos preocupe cómo tener más, como hacer más rentable lo nuestro, como buscar fórmulas para pagar menos… será difícil que nos interesemos realmente por los que sufren.
Sin embargo, como necesitamos conservar la ilusión de que en nosotros hay todavía un corazón humano y compasivo, nos dedicamos a dar lo que nos sobra, como dice el Evangelio. Tranquilizamos nue
La viuda ha dado lo que tenía para vivir los demás han dado lo que les sobra, o peor todavía se han burlado de los pobres. Sabemos lo que cuestan las cosas. Si se nos pide ayuda hemos de calcular que se podrá hacer con nuestro donativo.
Y el Señor va más allá.
Sabemos dar de los que nos sobra, pero a veces no sabemos estar cerca de aquellos, que tal vez necesitan nuestra compañía.
¿Somos capaces de dar nuestro tiempo?
¿Somos capaces de acompañar a los enfermos?
¿Somos capaces de comprender y animar a las personas que tienen algún enfermo en casa?
¿Sabemos perdonar y olvidar, o somos orgullosos y nos resistimos a olvidar?
Las palabras de Jesús nos obligan preguntarnos si vivimos
solo dando lo que nos sobra o sabemos dar también algo de nuestra propia vida.
Y algo muy importante, desterrar de nosotros la envidia. Resulta vergonzosa e incomprensible pero está muy extendida en nuestra sociedad. El psiquiatra E. Rojas dice que todos en nuestra vida tenemos momentos de envidia.
En los niños aflora porque no han aprendido a disimularla; los adultos la enmascaramos. Pero el envidioso nunca será feliz porque nunca estará contento con lo que tiene.
El que mira con envida a los demás, no disfruta de lo suyo; por mucho que posea.
El Evangelista Marcos nos muestra la diferente reacción de Jesús ante los fariseos que solo viven para aparentar, para aprovecharse de los débiles, y ante una pobre viuda que sabe desprenderse incluso de lo poco que tiene para ayudar a los más necesitados.
El Señor, con este pasaje evangélico, nos invita hoy a que disfrutemos de lo que tenemos. A que sepamos compartir y a vivir como cristianos.
Deseo para todos:
unas Felices fiestas navideñas
en el amor del Niño Dios
stra conciencia entregando en Cáritas ropas, vestidos que ya están pasados de moda, que nos molestan en los armarios, que ya no nos gustan…
Hacemos donativos siempre que dejen a salvo nuestros presupuestos de caprichos, vacaciones, etc.
Por eso hoy las palabras del Señor nos resultan tan duras.

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