sábado, 21 de noviembre de 2009

Editorial, revista "Parròquia de tots" de Navidad


El espíritu de la Navidad.

En nuestro tiempo, ocurre que las palabras pierden su significado, se deforman o dejan de ser lo que son por la intención viciada que va sembrando el relativismo en ellas. Ocurre, entre otras, con las palabras: solidaridad, paz, justicia, ... se nos caen descompuestas por lo fofas que nos suenan en determinados momentos; instintivamente las presentimos como manejadas para servirse de ellas arrimando el ascua a su sardina ideología y también se utilizan astutamente en beneficio de intereses poco claros. Sucede también con la expresión: Espíritu de Navidad. Para una mayoría de la gente significa regalos y consumo, cenas de empresa y alegría de diversión festiva; para otros, supone el reencuentro de la familia en torno a una mesa. Para un cristiano, debería de ser algo mas, algo que nos transmite un acontecimiento tan importante, que deberíamos dejar grabado en nuestro corazón, no para estos días, sino para siempre. El Espíritu de la Navidad recoge la llegada de Dios hecho hombre por amor, y nosotros nos reencontramos con ese Dios hecho amor, al hacerlo extensible a nuestros hermanos. Ese es el verdadero Espíritu de la Navidad: el amor en mayúscula. Un amor que supone, por parte de Dios, “renunciar” a su divinidad para hacerse hombre. No cabe mayor acercamiento ni mayor prueba de amor. Deberíamos de comprender ese misterio y seguir su ejemplo con el perdón, la comprensión, la compañía, el sacrificio, la renuncia a nosotros mismos; en favor de nuestros hermanos, en especial los más necesitados. Sólo así perdurará el espíritu navideño. Espíritu de encuentro en el amor entre una humanidad doliente y un Dios misericordioso; y eso lo vivimos siempre que dejamos nacer a Dios, hecho niño, en nuestro corazón.

Consejo de Redacción