sábado, 27 de marzo de 2010

Artículo "Revista Parròquia de tots" Nº 45


PIE DE FOTO


Un ángel en Daffur (Sudan)


Erenesto Perales Alcover



La foto fue tomada en el interior de una de las miserables chozas, de los muchos campos de refugiados en Daffur (Sudán), donde se sufre una de las más sangrientas y despiadadas guerras olvidadas. En la imagen se conjugan sublimemente, el amor y el dolor, y es como si desde esa combinación de sentimientos y afectos surgiera algo superior que trascendiera la amargura que se vive en aquel infierno.
El cuerpecito del niño es cubierto con una blanca sabana, alba como el alma del niño, y, arrastrando su blancura inmaculada se deslizan, las contrastadas, manos negras expresando toda la ternura reverencial de un profundo rito de amor. Es todo un poema trascendente. ¡Cuantas ilusiones tapadas hundidas, sumergidas, debajo de la blanca sabana!.
Ante la dulzura, el afecto, la delicadeza de esas manos nervudas, callosas; que con una ternura casi espiritual cubren, con exquisito candor el cuerpo sin vida del niño-ángel que más que muerto parece dormido en el regazo de un gran Dios misericordioso. Me pregunto: ¿Cuántas veces, esas manos, acariciarían la piel deshidratada de la criatura? ¿Cuántas veces lo acunaron? ¿Cuánto esfuerzo derramado con ellas por el agua contaminada pero necesaria, por la cosecha paupérrima que parió frustración, impotencia y hambre en lugar de alimentos? Y que ahora las vemos convertidas en alas de ángel cubriendo con un sudario el ¿dormido?, ¿muerto? cuerpo del niño
¡Qué no debió morir!.. Pero... ¿Duerme?... ¡No, está muerto!. ¡Muerto por la injusticia!. ¿De quien?. ¡Muerto por el egoísmo!. ¿De quién?. ¡Muerto por la indiferencia consumista!. ¿De Quién?, ¿de quién?... ¿De quién?...
Dios quiera que pronto la paz llegue a estas tierras de Daffur, en ese agujero de odio del Sudán. Y que esas manos rendidas, expresión de amor, no lleguen nunca a empuñar ninguna arma convertidas en grito de venganza y resentimiento, vencidas por el odio y la desesperanza contra los que, de una u otra forma, propiciamos su infierno.
Unas reflexiones: ¿Cuántas armas está vendiendo nuestro gobierno para esta guerra?
¿Cuánto derrocho en mi consumismo absurdamente? ¿Me molesta conocer ese sufrimiento humano? ¿Tendremos algo que ver en las causas de muerte de tantos niños como el de la foto?, … Pero claro: ¿Cómo vamos a preocuparnos por esas criaturas, si nos damos leyes para poder matar impunemente a nuestros niños, a nuestros hijos? Y por último: ¿Nos sentimos interpelados por estas preguntas. O no?...